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Estela o cómo perdí el miedo al mar

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He conocido a lo largo de mi vida muchas personas con miedo al mar y días atrás tuve una excepcional experiencia en una playa en Barcelona con una compañía insuperable lo cual me recordó que durante unos años yo también tuve pánico al océano.

El miedo al mar se llama talasofobia, atiende a diferentes causas y durante un periodo de mi vida, nunca fui más lejos de donde no hacía pie. ¿Conoces a alguien que le ocurra? Estoy seguro de que sí.

Pero, ¿cómo llegué a este punto y cómo pude superar mi temor al océano? Pues en este post te cuento cómo perdí el miedo al mar, otra de tantas cosas que le debo a Sri Lanka, acompañado de un par de anécdotas personales 😎

El inicio: cómo cogí miedo al mar

Un miedo o trauma suele aparecer tras una experiencia negativa y yo no iba a ser menos. Nunca tuve miedo al océano hasta a aquel increíble verano de 2008 en Almería (en el sur de España para los que leéis desde otra parte del mundo).

Estando con amigos en una playa de Almería capital, mi grupo se dirigió a una plataforma flotante con toboganes y trampolines a unos 100 – 150 metros de la orilla. Rezagado, me quedé en la arena y decidí unirme a mis colegas un poco más tarde.

oceano en Moragalla Beach en Beruwala en Bentota en la costa oeste de Sri Lanka
Aunque en Sri Lanka las corrientes tienden a ser fuertes. Yo no me confiaría

Comencé a nadar tranquilamente hasta la plataforma y a mitad de camino paré la marcha para mirar cuánto me quedaba. Justo en ese momento, el hecho de ver que estaba más lejos de lo que pensaba me pillo por sorpresa. A lo anterior, súmale que al levantar la cabeza tragué agua y me atraganté.

Ahí comenzó la pesadilla, el antes y el después. La causa por la que muchas personas mueren por ahogamiento en el mar: me entró un ataque de pánico al verme flotando tan lejos de la orilla y tan lejos de la dichosa plataforma mientras tosía para expulsar el agua. Aquellos segundos fueron muy agobiantes.

Tras esta experiencia en 2008, nunca más pasé de donde no hacía pie. Nunca más…bueno…hasta 2017 en Sri Lanka.

 

SK Town: Un cielo nublado y un océano Índico grisáceo

Vaya panorama para un encabezado sobre algo que ocurrió en una isla tropical con un buen número de horas de insolación ¿no?

Pues sí, esta primera historia va acompañada con un día gris y nublado más estilo Reino Unido que sudeste asiático.

¿Cómo llegué hasta aquí y a dónde pretendo llegar?

Sigue leyendo y lo averiguarás, ya que el tema de cómo perdí el miedo al mar guarda una buena contraposición de Karma, de colores y de paisajes.

surf y atardecer en Lakshawaththa Beach Matara
Lakshawaththa Beach en Matara, la siguiente playa a SK Town – [SNAPTITUDE] ©STOCK.ADOBE.COM
Mi primer empleo en Sri Lanka consistió en digir un hostel en Colombo, capital de la isla. Fue al mes de aterrizar que pude coger varios días libres seguidos que aproveché para visitar el sur de la isla y de paso encontrarme con una chica que conocí en mi hostel.

Justo la jornada anterior a coger mis días libres tuve que trabajar un turno de noche para cubrir una emergencia tras despedir a un trabajador. ¿Quieres conocer lo que ocurrió? Entonces te recomiendo que leas el siguiente post, 100% real y que seguro te saca alguna risa.

Un trabajador camello y ¿una chica de compañía?

Comienzo entonces mis días libres de empalmada, cansado y ligeramente desmotivado directo al sur de Sri Lanka donde aquella chica se encontraba, concretamente a Tangalle. Era la primera vez que salía de Colombo, ya iba tarde para ver el atardecer y para empeorar la situación, ella me envió por error su localización anterior en Google Maps y no la actual.

¡Ups! No estaba en Tangalle sino en Matara  a 50 kilómetros de distancia. En ese momento yo estaba en el bus en dirección a Tangalle y…me ¡quedaba un 1% de batería! Pero caíamos a tiempo y me pasó la ubicación correcta justo antes de que mi móvil muriera.

Me bajé del bus, en sentido opuesto cogí un tuk tuk en dirección Matara cuyo conductor no dudó en timarme con el precio (yo era un novato en isla todavía) y finalmente llegué a mi destino, concretamente a SK Town, con algo más de cansancio y cuantos kilómetros adicionales.

Allí me encontré con mi colega que no tardó en darse cuenta de que yo no estaba en mi mejor mood. Nos lo pasamos superficialmente bien pero a decir verdad en ese momento yo necesitaba dos días de descanso y soledad.

Ella me dijo que en aquel momento huía del estrés tras tener dos trabajos en su país y añadió que se me notaba cansado y estresado, sumado de un «en Colombo fue guay pero…»

No es necesario que siga, ya te lo puedes imaginar. Es algo muy común en el mundo de los viajes, hay veces que las segundas partes no son buenas y no es que yo estuviera en mi mejor momento.

cuando es la mejor epoca para viajar a Sri Lanka niño haciendo surf bajo la lluvia

Al amanecer, ella se fue a surfear en SK Town y yo me desperté e hice algo de ejercicio y yoga para acto seguido ir al mar. Recuerdo perfectamente aquel océano gris, un cielo encapotado y esas primeras gotas que avecinan lluvia.

Como venía haciendo desde 2008, me quedé parado en el límite donde ya no hacía pie. A lo lejos veía surfear a la gente y yo no empezaría a surfear hasta 4 meses después de esta historia así que me aburría en la playa. Aquel escenario gris y triste acompañaba mi cansancio y desmotivación.

Dándole vueltas a las palabras de la chica y a si estaba realmente en el lugar adecuado, en el momento adecuado y con la actitud adecuada, decidí cambiar mis planes, despedirme de ella y seguir mi aventura en Mirissa.

 

Mirissa: todo amarillo y azul

Mi compañía tenía varios hostels en Sri Lanka, uno de ellos en Mirissa. Dado que allí me podía alojar gratis y de paso conocer uno de los destinos más populares de la isla, dejé detrás aquel casi – lúgubre escenario grisaceo cuando me subí a un tuk tuk en dirección Mirissa.

¡No te pierdas Mirissa!

10 planes que hacer en Mirissa | Viajar a Mirissa en 2023

Durante los 15 kilómetros que separan Mirissa de SK Town el conductor me contó cómo el budismo había llegado a Sri Lanka. A la altura de Matara, una de las ciudades principales del sur de la isla, su relato fue acompañado por algo que poco a poco me fue alegrando el día: el cielo comenzó a despejarse, siendo sustituido por un azul intenso.

Viajar a Matara templo Paravi Duwa
La primera vez de muchas que vi el templo Paravi Duwa de Matara. Ahora sabes de que azul hablo

No sé tú pero todavía el mal tiempo llega a afectarme en los días que estoy chof. La situación y mi ánimo comenzaba a mejorar y mucho y así llegué a Mirissa.

Una vez allí, me dirigí al otro hostel de la cadena en la que trabajaba, dejé mis cosas en la habitación y fui a la recepción para alquilar una scooter donde había un grupo de viajeros esperando. Rápidamente, comencé a conversar con una chica del grupo.

Se llamaba Estela. Super simpática, me invitó a ir a la playa de Mirissa con ellos. ¿Te negarías?

Es lo mejor de los hostels: el poder unirte a un grupo de desconocidos que en cuestión de minutos pasan a ser amigos.

Que hacer en Mirissa panoramica de la bahia y de Parrot Rock
Panorámica de Mirissa

Ya en la playa principal de Mirissa, cogimos unas tumbonas en primera línea bien acompañadas de unas cervezas Lion. Curiosamente, Estela y yo nos quedamos en el extremo del grupo, que seríamos 6 personas.

La interesante conversación, las risas, el feeling, la conexión. Todo empezó a fluir. Hasta empecé a sentirme atraído por ella, lo cual creo que fue recíproco. Es más, durante todo aquel tiempo juntos en las tumbonas no hablamos con los demás, como si estuviésemos completamente solos.

A continuación, Estela me ofreció que fuéramos al mar.

Si eres como yo, posiblemente prefieras quedarte horas y horas en la arena y no entrar más que a remojarte y salir rápido. Obviamente, en tal situación no me podía negar.

Nos dirigimos al mar y tras caminar donde hace pie pasó lo impredecible: Estela se lanzó y comenzó a nadar bien lejos. Yo continúe andando hasta el límite donde no se hacía pie y Estela se quedó flotando haciéndome gestos con la mano en la distancia para que fuera.

Playa de Mirissa, turistas y chiringuitos copyright de imagen Boggy22123
Más o menos a esta altura de la playa principal estaríamos – [BOGGY22] ©123RF.COM
¿Ahora qué?

Yo parado como un niño y debatiéndome con mi miedo al mar mientras que aquella chica que acababa de conocer me llamaba. De aquel momento recordaré para siempre un increíble cielo azulado y un color amarillo. Era el día perfecto, completamente opuesto a la experiencia que viví por la mañana.

Sin pensarlo más, me lancé hacia el océano y comencé a nadar hacia ella. Habían pasado 9 años desde aquel incidente en Almería y ahí me tenías superando mi fobia.

Vista de la playa principal de Mirissa
En ese mismo océano – [VKPHOTOS] ©STOCK.ADOBE.COM
Cuando llegué hasta ella todavía mantenía ciertas inseguridades pues realmente nos encontrábamos muy lejos y ni pensar en hacer pie. Pero Estela se encargó de distraerme con su interesante conversación y su sentido del humor.

El ambiente era de película, paradisiaco, embriagador. No soy fan de utilizar adjetivos tan pomposos pero de verdad que la escena lo merece. El azul del cielo y del océano calmado, sus ojazos azules, sus dientes blancos, ese color amarillo que no sé por qué recuerdo pero que hacía juego con su cabello rubio y su piel dorada.

Durante un largo rato flotamos, nadamos más lejos, charlamos y hacíamos bromas. Por primera vez en el mes y poco que llevaba viviendo en Sri Lanka estaba disfrutando de una experiencia exótica en aquel paraje tropical. No te creas que disfrutaba mucho de mi tiempo libre en Colombo por lo que aquella situación era todo un sueño.

Continuamos flotando, intercambiando bromas y sonriéndonos. Estela se me acercaba cada vez más y más. De repente, ese impulso que cualquier hombre o mujer puede sentir en una situación así se materializó en un único pensamiento: bésala. Durante varios o muchos segundos dudé y finalmente me armé de valor. Hasta que justo antes de lanzarme…

¡¡¡Aaaaahhhhhhhhhhhhh!!!!!

¡Se me montó el gemelo justo en ese momento!

Y desconozco la causa pero nunca me había dolido tanto como aquella vez (y de ahí el grito). A veces notas cómo el gemelo se monta poco a poco. Esta vez no. Esta vez fue a traición, decidido a arruinarme el día en el peor momento posible de la historia. Posiblemente el agua tuvo que ver, sumado a la paliza de trabajar que llevaba, la falta de cansancio y muy probablemente falta de potasio y electrolitos.

Recuerdo la reacción de Estela con mi grito 😂🤣😂 Se llevó un buen susto.

Acto seguido, saqué el pie a la superficie y flotando le pedí que me ayudase a estirar la pierna. El dolor no remitía así que no me quedó otra que salir del agua nadando torpemente…con Estela detrás. Un corte de rollo en toda regla para ambos.


Al llegar a la orilla, estiré y volvimos con el grupo. Tras aquella situación, se perdió la magia. Me quedé un par de horas más con el grupo y me despedí, no sin que antes de marchar ella me propusiera que saliera de fiesta con ellos, invitación que acepté. Pero si te soy sincero, tras la paliza de trabajar que llevaba, la mala experiencia por la mañana y ese toque de Karma por la tarde me hicieron decidir quedarme durmiendo en el hostel, descansar bien y aceptar (quizás erróneamente) que ese día la suerte no estaba de mi lado y que por tanto era mejor no tentarla más.

 

Conclusión

Y fue así, en ese ambiente paradisiaco, en compañía de una holandesa llamada Estela, cómo perdí mi fobia al mar. Nunca volví a saber más de ella pero sentí agradecimiento así que al hacer check out del hostel al día siguiente le dejé una nota en recepción:

Dank dir habe ich meinen Angst zum Meer verloren

La chica era holandesa pero hablaba alemán, yo quería hacerme el original y aparte en alemán suena mejor que en inglés. Si bien no domino el alemán, al redactar esto he podido comprobar en Google que lo escribí con faltas. No obstante, el mensaje se entiende claramente:

Gracias a ti he perdido el miedo al mar

Nunca volvimos a saber nada el uno del otro y creo que este final fue muy apropiado. Por breve que fuera nuestra interacción, quizás ella nunca sepa o recuerde que tuvo un impacto positivo en alguien.

Respecto a mi, sí, perdí el miedo al mar.

Y también me di cuenta que dadas las dos historias de aquel día, quizás debería relajarme un poco y tomarme la vida menos en serio. Aquello del gemelo montándose en tal situación me dejó reflexivo unos días.

Quizás fue una dosis de Karma automático y sin piedad por lo de la chica de la cual me despedí por la mañana.

¿Crees en el Karma y quieres una buena historia real casi de comedia?

Wally: el tipo con el peor Karma de Sri Lanka

Recuerdo que al regresar a Colombo le conté a un compañero de mi equipo la historia de contrastes y paisajes, de dos chicas, de aquel gris melancólico y ese amarillo y azul fugaz y exótico. Tras llegar al desenlace me dijo en inglés: es una buena historia, pero es triste.

Y varios años después de esta historia, todavía me gusta retener la parte triste pues aún así tiene su belleza.

Créeme, había olvidado este episodio completamente hasta que de repente vino a mi mente estando con una chica italiana en la playa de Bogatell en Barcelona en 2022. Por supuesto, le conté todo el episodio tal cual lo he hecho en este artículo, relato de mi vida que inmortalizo ahora.

La italiana opinó que era una buena historia y que tras el énfasis que di a la composición de colores y elementos de escenarios SK Town Matara y Mirissa, dijo que tengo buen ojo para el cine.

Hotel Vela Barcelona como perdi el miedo al mar
Playa de Barceloneta y el Hotel Vela

Desde la historia de Estela o cómo perdí el mierdo al mar en marzo de 2017 hasta exactamente 5 días atrás de escribir esto no había tenido la oportunidad de relajarme en el océano con una chica, también con unos ojos preciosos, profundos y penetrantes. Y de ahí la foto de portada de este post, un ojo tan azul como aquel día en Mirissa.

¿Y lo mejor? Ya no me daba miedo el mar.

Solo que esta vez, el escenario de aquel paraje tropical de Mirissa que un día fue mi lugar favorito para ir en días libres, se cambia por Barcelona, con el escorzo de una italiana de ojazos y el Hotel Vela a lo lejos.

Y ya sea en Mirissa o en Barcelona, ambas imágenes han quedado grabadas en mi mente.

Como reflexión final te invito a lo siguiente: comienza a practicar el arte de capturar momentos en tu mente, imágenes que te acompañen de por vida. Y si todavía te sigue dando fobia el mar, búscate una buena compañía que te motive.

En mi caso… fue accidental.

Miguel Bañares

Miguel Bañares

Durante 3 años Sri Lanka fue mi hogar. En esta web te cuento todo sobre la isla. Apasionado del marketing digital y la gestión, me encontrarás viendo una buena película o escribiendo.

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